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Popular Press
Narcisismo judicial
Reforma (2022)
  • Javier Martín Reyes, Universidad Nacional Autonoma de Mexico
  • Juan Jesús Garza Onofre, Universidad Nacional Autónoma de México
Abstract
Por más que pretenda escudarse en complacientes autoelogios, entrevistas a modo y banalidades en Tiktok, lo cierto es que la presidencia de Arturo Zaldívar es una antología de contradicciones y claroscuros. Más que un glorioso legado transformador, el primer presidente de la Suprema Corte que no es de carrera judicial heredará a la judicatura un enorme déficit en términos de autonomía, independencia y ética.
Y no se trata de comprar el cuento del mártir Zaldívar: ese tramposo relato en el que intenta presentarse como el salvador del poder judicial, el único de sus pares capaz de proteger a la Corte de los embates de López Obrador, el ungido que, con torpes movimientos de taichí, fue capaz de esquivar presiones y mantener la integridad del gremio. La realidad es muy diferente. Zaldívar fue un instrumento clave para el poder en turno que hizo todo lo posible –presionar ministros, nombrar integrantes a modo, renunciar a otro– con tal de que actos y normas inconstitucionales pasaran por la aduana de nuestro máximo tribunal.
Los fallos y fallas de Zaldívar hablan por sí mismas. En la historia quedará su defensa de la consulta para enjuiciar expresidentes, sus pactos con López Obrador y su ex consejero jurídico, su tramposa manera de contar los votos en la acción contra la Ley de la Industria Eléctrica, su abierto desprecio por la colegialidad en la Corte, su cínica manera de retrasar la resolución de las impugnaciones contra decisiones del obradorismo, su intento de extender inconstitucionalmente su mandato, su silencio frente a los ataques del gobierno contra juezas y jueces, su intolerancia frente a la crítica y su descarada campaña populista en búsqueda del siguiente hueso.
El ministro que se distinguió por sus criterios de avanzada y valentía será recordado como un ministro presidente marcado por la hipocresía y la sumisión.
Existen, como no podría ser de otra manera, algunas notas positivas. Habría que destacar, por ejemplo, el aumento en el porcentaje de juezas y magistradas federales y el intento por tener una comunicación social más cercana a la ciudadanía. Sin embargo, un “Nuevo Poder Judicial” no se construye de la noche a la mañana, ni apelando al narcisismo y a la autopromoción. 
Y es que si algo hizo Zaldívar durante los cuatro años de su mandato fue personalizar su cargo hasta niveles nunca antes vistos. Los avances logrados quedarán manchados por su afán de borrar –literalmente– los programas de administraciones anteriores, el desvergonzado uso de recursos públicos para promover su figura, así como la manipulación política de los logros de las más variadas áreas de la Corte y del Consejo de la Judicatura. 
No hay crítica más demoledora al culto y la personalidad que el diagnóstico de sus pares. Y es que todos y cada uno de sus colegas que aspiran a sucederlo en la presidencia de la Corte (incluso la más cercana al oficialismo) presentaron planes de trabajo que ponen el dedo en la llaga al criticar, con toda claridad, la falta de colegialidad y decisiones consensuadas. 
Así, las ministras y los ministros reconocen la necesidad de lograr una mayor pluralidad en la toma de decisiones, transparentar las actuaciones de la presidencia, tener una comunicación social menos individualista o asegurar que el cargo en disputa no sea un proyecto personal y que respete las ideas del resto de los integrantes. Bien lo dijo Machado: “todo narcisismo / es un vicio feo / y ya viejo vicio”.
Quien suceda a Zaldívar tendrá, por tanto, una complicadísima misión: recomponer la dinámica interna del Pleno de la Corte para después poder construir un Poder Judicial más independiente, más incluyente y, sobre todo, más interesado en el fortalecimiento institucional que en la promoción personal.
Zaldívar, por su parte, pasará a la historia como lo que es: un político con toga, un ministro destacado cuyas ambiciones personales lo transformaron en un ególatra y solitario ministro presidente. Aunque lleve meses buscando un nuevo trabajo, habrá qué recordarle al todavía integrante de la Corte que, por mandato constitucional, las renuncias de los ministros “solamente procederán por causas graves”. Y, para esto, no valen sus muy graves y urgentes ganas de seguir sirviendo al obradorismo desde otras trincheras.

Los autores son investigadores del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Keywords
  • SCJN,
  • Suprema Corte de Justicia de la Nación,
  • Suprema Corte,
  • CJF,
  • Consejo de la Judicatura Federal,
  • política judicial,
  • derecho constitucional,
  • Arturo Zaldívar
Publication Date
December 15, 2022
Citation Information
Javier Martín Reyes and Juan Jesús Garza Onofre. "Narcisismo judicial" Reforma (2022) p. 14
Available at: http://works.bepress.com/javier_martin/146/