Durante la última reestructuración del gabinete ministerial del presidente Rafael Correa, Vinicio Alvarado pasó a dirigir el Ministerio de Turismo, que había sido uno de los puntos débiles del accionar del ejecutivo nacional; porque el solo usar un sombrero de paja toquilla -hoy considerado patrimonio de la humanidad gracias al Ministerio Coordinador del Patrimonio- no es suficiente como para que el país pueda constituirse en el destino preferido de los turistas internacionales. Sin embargo, la salida de Alvarado de la Secretaría Nacional de la Presidencia deja un vacío muy grande de llenar en el ámbito de la política, porque desde ese preciso momento para acá, se registran por lo menos tres hechos significativos que muestran lo falible del presidente Correa, cosa que antes no había ocurrido. En primer lugar está el confuso revuelo causado alrededor de la reelección indefinida que distintos voceros de Alianza País y del Gobierno lanzaron al Ecuador, sobre todo cuando conminaron al alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, para que firmara un documento donde debía comprometerse a reconocer la propuesta. Lo que ocurrió fue previsible: le ubicó a Nebot, en este período pre electoral, en la palestra política, nada más que confrontado con el presidente de la República, que si bien es un importante elector dentro de Guayaquil, él no es ni si quiera candidato a ninguna dignidad. Con ese acto Nebot logró un posicionamiento electoral muy importante como candidato a la Alcaldía de Guayaquil y se generó un vacío muy grande respecto del posible candidato o candidata de Alianza País que lo confronte en este bastión electoral. Luego, en la misma plaza electoral, se arremetió contra la esencia de la ciudad de Guayaquil; su condición de urbe portuaria. Guayaquil ha sido desde siempre considerada como "El puerto principal", no solo de Ecuador sino del Pacífico. El puerto ha sido su base económica tradicional de importación y exportación de productos, así como también el punto nodal del imaginario de cohesión social de la ciudad. Plantear en esta coyuntura que el puerto debe ser reubicado fuera de la provincia, por más justificaciones técnicas que existan, es claramente un error político. Es como si a la ciudad de Quito se le planteara la necesidad de reubicar su condición de capital o que se propusiera derrocar edificaciones emblemáticas de su Centro Histórico. Y la tercera tiene que ver con el abandono de la tesis del Yasuní que tanta acogida había despertado en el mundo entero y en el país. Seguramente en la historia nacional no se encontrará una propuesta tan visionaria que haya levantado el consenso mayoritario en los ecuatorianos y ecuatorianas; mucho más cuando a partir de este proyecto se construyeron tres de las tesis centrales de este gobierno: los derechos de la naturaleza, el Suma Kausay y el cambio de la matriz productiva. Para lograr este acuerdo nacional se hicieron grandes, costosas y masivas campañas de concienciación que hoy quedan en el aire, sin que las justificaciones argumenten el giro dado. ¿No será que la salida de Vinicio Alvarado de un puesto tan importante como la Secretaría de la Presidencia le dejó al Gobierno sin estrategia política en este inicio de la campaña electoral?