Quito busca posicionarse como una ciudad de destino turístico en relación a tres funciones que atraen personas desde afuera de la urbe: el centro histórico como Patrimonio de la Humanidad, la mitad del mundo que es una determinación de la geografía planetaria y la concentración de las oficinas y aparatos del sector público gracias a su condición de capital. A estas funciones de destino turístico habrá que añadir que se trata de un lugar enclavado en una geografía llamativa con la presencia del volcán Pichincha, del Panecillo y de la irregularidad de su territorio, que le otorgan una personalidad propia. Pero también porque Quito está a pocas horas de la selva, es la puerta de entrada a las Islas Galápagos y es un punto referencial en la llamada cordillera de volcanes de la serranía nacional. Su condición de destino es muy cierta y plausible.

Sin embargo, desde el año 2008 –año de la crisis de las hipotecas en EEUU y España- se nota un preocupante descenso de los flujos de turistas hacia Quito. Según cifras de Quito Turismo, la ciudad pierde todavía en el 2012 alrededor de 20.000 personas que llegan por año. Pero eso no es todo, a ello se deben añadir dos hechos que añaden más problemas al sector: por un lado, de acuerdo a la división social del espacio en Quito; es decir, desde la perspectiva de la implantación territorial de la oferta hotelera en la ciudad, lo que existe es una tendencia a la concentración de los visitantes en La Carolina y La Floresta y a una disminución de las personas en el Sur, el Centro Histórico y la Mariscal, lo abona –desde el turismo- en el fortalecimiento de la segregación urbana. Y, por otro lado, en relación al tiempo medido por los días promedio de estancia de los pasajeros en la urbe, hay una transformación que se observa en el hecho de que se pasa del promedio de 1.61 días de estadía en el 2007 a 1,55 en el 2012.

Tampoco el país y su ciudad capital son extraños a los cambios que se producen a nivel mundial. En este caso se observa un cambio notable en el sector turismo en esta década, en el sentido de que la llamada "intermediación hotelera" -que no es otra cosa que la apertura de canales de reserva virtuales- tienden cada vez más a controlar la oferta hotelera a través del internet; lo cual, sería muy interesante por la ampliación del mercado, sin embargo, el problema principal viene de la situación de que la facturación se hace en el exterior, distante de los lugares de destino y de consumo del servicio hotelero.

Una situación como la señalada hace que el potencialmente impacto económico positivo no se sienta en el lugar de destino; es decir, en la ciudad. Esto ocurre porque la facturación –que es del 15 al 25 por ciento- no se hace sobre la reserva de la habitación sino por la totalidad del consumo hotelero realizado por el pasajero. Adicionalmente, hay que tener en cuenta que por el pago realizado en el exterior, no le permite al Estado ecuatoriano captar los beneficios producidos por este servicio, por la vía tributaria y de los impuestos.

En otras palabras, existe una reducción de los visitantes, la disminución de los pasajeros se hace de manera distinta según el destino en la ciudad, la reducción de su tiempo de estadía hace que el consumo en la ciudad se reduzca y el cobro en el exterior es un golpe económico al sector. Hoy como nunca es absolutamente necesario diseñar una estrategia que haga frente a esta realidad y que estímulo el desarrollo turístico de la Quito.