El día de mañana 10 de abril se realiza la elección presidencial en el Perú. Cinco candidatos tienen opciones, a pesar de que el primero y el quinto parece que ya han sellado su suerte: Ollanta Humala entraría primero y Luis Castañeda quedaría en el último puesto; lo cual quiere decir que quien acompañe a Humala en la segunda vuelta saldrá entre Keiko Fujimori, Alejandro Toledo o Pedro Pablo Kuczynski.

En la campaña mucho se ha debatido alrededor de temas claves como la economía, la pobreza, el empleo y la educación, entre otros: pero sin duda, el que ha sobre salido ha sido el de la violencia y de las políticas para enfrentarla. Y esto ocurre porque los niveles de victimización y percepción de inseguridad han crecido de manera importante en el vecino país del sur.

Pero también porque en el Perú se ha represado el trema de las políticas de seguridad ciudadana, muy a la manera de lo que hizo en México el ex presidente Vicente Fox con la política del avestruz. Tan es así que lo más destacado fue la solicitud que realizó el presidente García para que los Estados Unidos formulen una política para el Perú, en los mismo términos a la aplicada en Colombia durante la última década… No de otra forma se explica que el Perú se haya convertido en el primer productor de coca del mundo.

La política en Colombia se ancló en una inversión superior a los 8 mil millones de dólares para la represión del narco tráfico y del conflicto interno. Esta política produjo la reducción de las áreas de cultivo de cocaína, marihuana y heroína pero incrementó de manera significativa sus los niveles de productividad. También generó una relocalización de los lugares de procesamiento hacia el Ecuador (Esmeraldas, Orellana y Sucumbíos) y una articulación de los carteles mexicanos con los colombianos y su expansión hacia el Perú.

Posteriormente se aplicó en México el denominado Plan Mérida (1500 millones de dólares), inspirado en la política desarrollada en Colombia, lo cual generó una metástasis hacia Centro América, por donde hoy pasa el 84 por ciento de la droga con destino a los Estados Unidos. En su reciente visita a El Salvador, el presidente Obama ofreció 200 millones de dólares para enfrentar el tema del narcotráfico. Si se sigue la misma política aplicada en Colombia y en México, es de esperar que el área andina se vea en el futuro inmediato –bajo el efecto dominó- articulada al espacio de la “guerra al narcotráfico” gracias a la integración de las zonas de producción, procesamiento, intermediación y consumo.

De esta forma América Latina se convertirá en el territorio natural de las actividades de los carteles: Brasil es el segundo consumidor del mundo; Colombia y Perú los productores más grandes del planeta y el cartel de Sinaloa el más significativo de la tierra. En este contexto, los candidatos Toledo, Fujimori y Kuczynski son funcionales a esta tendencia, mucho más si han planteado la aplicación de la llamada “mano dura al delito”, política similar a la que se ha adoptado en Centro América, México y Colombia, con los resultados señalados. En ese sentido Alejandro Toledo ha sido el más explícito seguidor de esta línea estratégica de acción.