El aeropuerto de Tababela ha sufrido su cuarto aplazamiento en estos tres últimos años. Es probablemente este último el más significativo porque tiene varias razones, todas ellas justificables técnicamente. Cada uno de los casos de diferimiento fueron producto de los siguientes elementos: la renegociación del contrato que produjo un importante lucro cesante, la inconclusión de las obras de infraestructura vial generó problemas en la ruta crítica, porque todas ellas están enlazadas y, este último diferimiento tuvo mucho que ver el importante componente político-electoral. Tan significativa fue esta última prórroga que el Concejo Municipal tuvo que intervenir para tomar la decisión de aplazar la inauguración. Para ello se siguió un proceso que partió con la declaración pública del alcalde de que no inauguraría el aeropuerto hasta que la vía E35 no esté terminada, posteriormente siguió con un proceso de "concertación" público-privada donde la voz de los operadores turísticos (servicios, líneas aéreas) sonó con mucha fuerza y, finalmente, con la decisión del Ayuntamiento. La fecha de inauguración se fijo para el 20 de febrero del año entrante, a una semana de la culminación de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, con lo cual los impactos electorales negativos que podría producir al proceso nacional se atenuarán, pero –a su vez- se desplazarán hacia la siguiente contienda de carácter municipal, debido a que tampoco para ese momento se habrán resuelto la mayoría de los problemas de accesibilidad al aeropuerto. Uno de los mayores inconvenientes que esta situación trae tiene que ver con el hecho de que el aeropuerto demorará mucho tiempo adicional en urbanizarse…En otras palabras, que tendremos durante un buen lapso un aeropuerto para Quito, pero no de la ciudad-región de Quito. ¿Por qué se genera este desplazamiento político? Porque los efectos negativos de no contar con las vías principales para el traslado de los pasajeros y productos se mantendrán, con lo cual no solo que la vía Interoceánica sumará 6 000 vehículos más a los 55 000 que ya los soporta en la actualidad (más del 10% de un día para otro), sino que también los usuarios del puerto aéreo requerirán más tiempo para su desplazamiento y los habitantes del Valle de Cumbayá y Tumbaco (con alrededor de 100 000 electores) sufrirá un impacto negativo en su movilidad, lo cual tendrá expresión una expresión muy clara en el voto. Con las vías E35 y Collas, que terminarán escalonadamente en el tiempo, no resolverán los problemas de conectividad del aeropuerto con la ciudad de Quito; lo cual solo se logrará cuando esté concluida la Ruta Viva en su totalidad y no solo en la fase recientemente licitada, aunque no se puede negar que –cuando esté terminado este tramo- si ayudará a solventar parcialmente los problemas de conexión del Valle con la ciudad de Quito. Pero el aeropuerto no solo tiene los problemas de conexión por medio de las vías, sino que existen obras dentro del aeropuerto que faltan concluirse, entre las que sobresalen la zona franca, los frigoríficos, las bodegas y la Base Aérea de las FFAA, entre otros. Y todos estos retrasos tienen costos financieros, de producción, lucro cesante y no se diga, políticos.