Hemos entrado en una “coyuntura delictiva” que mucho dice de lo que está aconteciendo en la actualidad en el país en materia de inseguridad ciudadana. Desde hace aproximadamente unos tres meses han ocurrido un conjunto de casos delictivos altamente llamativos, que podrían mostrar un par de aguas en las lógicas de la violencia; no se trata de hechos casuales o aislados, sino más bien de la presencia de una lógica de articulación inter-delincuencial para formar parte de un sistema delictual en el que están presentes -de manera simultánea o secuencial- varios hechos de violencia interconectados: asociación para delinquir, porte de armas, asesinato y tráfico de drogas. Entre los actos delictivos más significativos se encuentran: el asesinato de un periodista gráfico en el Triunfo, el homicidio de un ex boxeador convertido en productor de espectáculos en Quito, el incendio de dos jóvenes uno de los cuales fallece en Guápulo, el crimen del presidente de la Junta Cívica en Manta, la muerte de un Concejal en Borbón, el asesinato de un entrenador de buceo, el secuestro express de una señora que pierde sus hijos nonatos en Guayaquil y el asesinato e incineración de dos hermanas en Cuenca, entre muchos otros casos adicionales. La reseña de estos actos delictivos en gran parte evidencian los asesinatos bajo la modalidad del sicariato. A ellos deben sumarse algunos eventos delictivos vinculados al campo de los narcóticos, entre los que se puede mencionar: la presencia de dos avionetas provenientes de México, un sumergible (submarino) alrededor de la Isla Puná en el Golfo de Guayaquil (ya van cuatro) y un bote con precursores químicos provenientes de Centro América; a los cuales hay que añadir el permanente decomiso de drogas en las fronteras y puertos aéreos, marítimos y fluviales (ya van 22 toneladas) y el descubrimiento de varios laboratorios de drogas en el territorio nacional (ya van 29). Como consecuencia de ello, de las 220 toneladas por año que pasan por el territorio nacional, el 60 por ciento tiene por destino los Estados Unidos y el 40 por ciento restante se dirige hacia mercados no tradicionales, como son los que se han descubierto en este último tiempo en Francia, Italia, España, Inglaterra; pero también en Asia (China, Japón, Tailandia) y en África (Cabo Verde, Ghana). Estos dos conjuntos de datos delictivos, los asesinatos por sicariato y el incremento de los mercados ilegales vinculados a los narcóticos, empiezan a mostrar una gran integración entre ellos. La experiencia internacional revela que el incremento de los mercados ilegales de los narcóticos genera un conjunto de delitos conexos, muchos de los cuales tienen más peso en el balance general y se realizan con grados de violencia indescriptibles en su ejecución. Hoy en el país es evidente que, según las cifras delictivas, los asesinatos están creciendo más que los homicidios y, dentro de ellos, el sicariato es el tipo penal más evidente; tanto que en la actualidad se estima que el 17 por ciento de la totalidad de los homicidios se realizan bajo esta modalidad. Comparativamente con Colombia todavía estamos por debajo, porque en el país del norte el sicariato representa el 42 por ciento de los homicidios, lo cual le ha convertido en la primera causa de muerte.