Estos últimos días España se ha visto envuelta en una profundización de su crisis en tres ámbitos: primero el económico, con reacciones importantes de la población respecto de las políticas que se vienen aplicando de forma regresiva; segundo la Monarquía, en tanto empieza a ser cuestionada por la presencia del Rey en una cacería de elefantes -siendo presidente de WWF en España-, por su asistencia a este safari gracias a la invitación de un multimillonario que tiene contratos con el Estado; por el accidente de su nieto -menor de edad- mediante el uso ilegal de un arma de fuego, por el aparecimiento de una dama alemana y por las dos operaciones de la cadera que ha debido soportar…

En tercer lugar, los dos equipos emblemáticos - Real Madrid y Barcelona, rivales clásicos- pierden en las semifinales de la Champion League con sus rivales de Alemania (Bayern) e Inglaterra (Chelsea). Mientras paradójicamente en Budapest se jugará la final de la UEFA entre dos equipos españoles de “segunda”: el Atlético de Bilbao del país Vasco que juega solo con jugadores locales y el Atlético de Madrid.

Tanto Barcelona como Real Madrid empezaron ganando los dos partidos por dos a cero y luego se quedan sin poder rematar bien el compromiso. De esto una primera reflexión: ¿No será que la presión del club, de los auspiciantes y de la hinchada global es difícil de ser asimilada por estos jóvenes deportistas? ¿No será que los jugadores están siendo sobre explotados por las marcas y los clubes, al extremo de hacerles participar en más partidos de lo que su físico les permite? Si la presión es tan fuerte sobre estos jóvenes, es muy probable que mentalmente estén frágiles, como también físicamente por la cantidad de partidos que juegan la Copa del Rey, la Liga nacional, los torneos internacionales de clubes y los campeonatos internacionales de selecciones que –en su conjunto- deben significar no menos de sesenta partidos oficiales al año, a los cuales deben sumarse los partidos de las giras, que han reemplazado a las vacaciones y a las actividades propias de la llamada pretemporada.

Los dos son equipos globales que tienen universos simbólicos que trascienden su condición de origen española. El partido entre Barcelona y el Chelsea lo vieron un poco menos de 9 millones de españoles, mientras a nivel mundial fueron más de 500 millones. Por eso los horarios de estos partidos cambian para que las teleaudiencias mercantiles se constituyan. No hace mucho, un partido jugado entre Real Madrid y Barcelona empezó a las 11 y media de la noche -para cumplir con la fecha establecida, aunque haya terminado al otro día- de tal manera que los países asiáticos lo puedan mirar… Es la cacería del mercado por giras, por televisión y por la importación de jugadores de esos mercados.

Estos equipos tienen los presupuestos más altos del mundo, con cifras que superan los 500 millones de Euros, cuentan con los mejores jugadores del mundo -Messi y Ronaldo-, poseen los entrenadores que tienen los salarios más altos del planeta y cada equipo ostenta seleccionados nacionales provenientes de más de 11 países. Pero también puede ser que se haya llegado a la saturación del bombardeo mediático, en términos de la falta de correspondencia entre el producto que se vende y el marketting. En otras palabras, que estos clubes actúan menos como equipos de fútbol y más como marcas. ¿No será que se los ha sobredimensionado por razones económicas?