Los eruditos de la civilización Maya señalaron que el 21 de diciembre del año 2012 el sol se pondrá en el punto de intersección de la eclíptica de la Vía Láctea y la línea equinoccial; es decir en la ciudad de Quito como epicentro. Esta profecía ha sido interpretada como el fin del mundo, que para el caso de la ciudad capital del Ecuador se podría interpretar como un año verdaderamente difícil, entre otras, por las siguientes consideraciones:

Primero. La elevación del impuesto predial, en consonancia con otros incrementos impositivos nacionales, empiezan a ser sentidos por la población de Quito. Es que la masa tributaria que pagan los habitantes y las empresas se ha elevado sustancialmente. Pero lo más grave del incremento del impuesto predial tiene que ver con el hecho de que su estructura no evidencia el “Quito que queremos”, porque lo que aparece es una suma de proyectos inconexos y altamente visibles. ¿Allí está la ciudad-región? ¿En el presupuesto se lee la ciudad del buen vivir? ¿Qué va a pasar con el sector inmobiliario de la ciudad? Son algunas preguntas que quedan flotando y que seguramente generarán un descontento en la población.

Segundo. Se supone que se iniciarán las obras del metro en el mes de julio; lo cual producirá, si se inicia la obra, un problema global de funcionamiento de la ciudad, a pesar de haber diseñado la ruta del metro más por el lugar de las paradas que por el trayecto que debería tener. Y si no se inicia, el reclamo de la población también generará un problema de credibilidad en la autoridad y en el proyecto. A seis meses de la fecha ofrecida, aún no se tiene el proyecto definitivo, tampoco el cierre financiero y, obviamente, la licitación de la obra todavía no arranca.

Tercero, Quito se supone inaugurará el aeropuerto internacional el 12 de Octubre, una de las infraestructuras más significativas de la historia de la ciudad. Por el carácter y magnitud de la obra se podría pensar que su inauguración podría elevar la imagen municipal y la de su alcalde; sin embargo, hay tres temas que pondrán en duda esta posibilidad: a. Se deberá superar la renuncia del Gerente Arq. Mauricio Moreno producida esta semana; b. Se tendrán que solventar los problemas del incremento de las siete tasas de uso del aeropuerto y la eliminación del subsidio a la gasolina de los aviones; c. Se tendrá que superar la paradoja de no contar con una estructura vial que permita la integración del aeropuerto con la ciudad. Este conjunto de elementos significará una reducción de la competitividad del aeropuerto y, por lo tanto, de la propia ciudad; pero también producirá reclamos de las empresas, los usuario del aeropuerto y los habitantes del valle Tumbaco-Cumbayá, que se sentirán electoralmente.

Cuarto. Este será un año electoral, por que en enero del 2013 se elegirán las autoridades nacionales. Quito es una ciudad eminentemente política, lo cual conducirá a las definiciones de las autoridades frente al proceso. Mientras Correa tiene una aceptación del 45 por ciento, Barrera tiene diez puntos menos. Pero la venta obligada de renuncias a funcionarios del sector público y la elevación del impuesto predial producirán efectos electorales en los sectores medios de la población. A ello se debe sumar que el liderazgo y carisma del presidente ha hecho que desaparezcan los ministros (con excepción de Pepe Pancho Cevallos) y también de los alcaldes; tanto de ciudades con autoridades opositoras como Guayaquil u oficiales como Quito.