El miércoles 28 de septiembre pasado, en un operativo policial, se detuvo al Comandante de la Policía acantonado en la provincia de Esmeraldas, al presidente de la asociación de residentes españoles en Esmeraldas, entre otras personas. En ese operativo no pudo ser detenida una persona de origen mexicano que –según las notas de prensa- sería parte del cártel de Sinaloa. En el operativo, además de las detenciones de personas, se decomisó una tonelada de droga y mucho dinero en efectivo.

Este operativo fue resultado de un gran trabajo de la policía como institución. Hay que resaltar: primero, la labor en el ámbito de la inteligencia, realizado durante un buen tiempo con seguimiento de usos telefónicos, la investigación de contactos y los estudios de las relaciones personales, entre otros. Adicional y posteriormente, otras secciones de la policía provenientes de las áreas especializadas y de élite ejecutan el operativo de captura y desarticulación de la red de forma totalmente eficiente.

Aquí aparecen dos elementos singulares que deben ser resaltados: por un lado, la eficiencia de las instancias de inteligencia y de operación especial de la Policía y por otro, la buena coordinación que se evidencia entre inteligencia y operación. En otras palabras, la institución funcionó –como totalidad- muy bien; a lo cual hay que sumar el hecho de que la acción fue limpia, tanto que se produjo sin que haya caído una sola gota de sangre.

Del conjunto del proceso seguido por la Policía, se pueden extraer algunas conclusiones fundamentales: primero, la importancia que tiene en la actualidad el trabajo de inteligencia dentro de la nueva “coyuntura delictiva”, caracterizada por las motivaciones económicas del delito y ejecutadas por grupos delincuenciales organizados. Que a la inteligencia policial le falta mucho, es cierto; pero que empieza a cumplir bien también es verdad. Un ejemplo adicional de esta conducta institucional es el descubrimiento del autor intelectual y de los sicarios que asesinaron a un empresario en la zona de Miravalle en Quito; resultados obtenidos en menos de un mes de tan lamentable hecho.

Segundo, hay que reconocer que los cuerpos especializados de la Policía son bastante buenos, aunque deben mejorar. Allí están, por ejemplo, los grupos de la Unase, el GOE, GIR y Gema que están especializados en determinados delitos y operativos, que requieren de un monitoreo riguroso. El tercero y quizás el más importante es que la Policía como organización asumió institucionalmente el problema, tanto de la eficiencia en el operativo de reducción del delito, como de la transparencia en el manejo de la responsabilidad de uno de sus cuadros oficiales más altos.

En otras palabras, la Policía Nacional desactivó una red organizada de narcotráfico y procesó a un miembro de la institución de manera profesional. ¿Cómo no reconocer este hecho? ¿Qué otra institución social, privada o pública lo ha hecho? El General Inspector Fausto Patricio Franco López tiene mucha razón cuando señaló: "lo fundamental aquí es cómo la Policía está actuando". Así como se le ha criticado reiteradamente a la institución policial, es el momento de felicitarle y agradecerle por la buena actuación que ha tenido en los casos de Esmeraldas y de Miravalle.