El martes 9 de agosto pasado en la Isla Trinitaria, popular barrio de Guayaquil, se llevó a cabo un operativo antidelincuecial sin precedentes en la historia del país, que contó con una impresionante logística: dos helicópteros, tres lanchas, cuatro tanques militares y 800 militares de las tres Fuerzas Armadas. La acción denominada relámpago, se realizó desde las 6 de la mañana hasta las 12 del día, momento en que se retiraron luego de peinar todos los rincones del barrio, dejar una estela de temor en niños, mujeres y vecinos, y criminalizar nacionalmente al barrio.

Se trató de una acción militar tipo operación rastrillo, propia de la época de la guerra fría, cuando estas labores militares buscaban someter a los enemigos internos mediante la ocupación militar y el rastreo pormenorizado de los espacios de un determinado territorio, con la finalidad de desarticular las bases de sustentación de las llamadas organizaciones subversivas de esa época.

El balance de semejante acto de fuerza fue absolutamente insignificante, porque solo se decomisaron: un revolver de fabricación artesanal, tres cuchillos, 350 gramos de droga, un chaleco antibalas y 150 kilos de camarón. Además el operativo produjo la estigmatización nacional de La Isla Trinitaria, aunque si sirvió para mostrar al país la imagen de que el gobierno está decidido a enfrentar la batalla al delito, gracias a estas tradicionales prácticas mediáticas que generan eco nacional. Para la realización de este operativo no se tomó en cuenta a la policía y, por lo tanto, tampoco la información de inteligencia policial, absolutamente imprescindible para estos operativos. Por eso la acción tuvo más una connotación militar –guerra- que disuasiva.

Por otro lado, la noche del domingo 7 de agosto pasado en la ciudad de Quinindé de la provincia de Esmeraldas, se produjo un singular atentado en uno de los restaurantes de la localidad, donde perdieron la vida 4 personas y 3 quedaron heridas. Por la forma que se cometió el asesinato, se puede pensar que también representa un quiebre de aguas respecto del sicariato: de dos vehículos Blazer se bajaron 4 personas armados con subametralladoras para producir los homicidios. Dos de los fallecidos eran policías, sobre quienes se estima estaba dirigido el atentado. Los agentes de criminalística recogieron 80 casquillos de bala en el lugar de los hechos. Por un lado, el grupo especial antinarcóticos de la Policía GEMA –una parte del mismo se encuentra patrullando calles- allanaron viviendas para capturar al posible blanco del crimen y, por otro, el Batallón de Infantería Movilizado 13 cerró las vías principales, y realizó patrullajes en sitios de diversión para dar con los delincuentes. El Ecuador está en guerra contra la delincuencia y los militares son los actores directos de la batalla. A primera vista da la impresión que se está actuando con palos de ciego: cachinerías un día, control de alcohol en otro y operativos militares, registro de armas, grupos de élite y los más buscados más tarde. La suma de estas acciones no definen una estrategia nacional, pero si muestran la desesperación por hacer algo visible y con resultados de corto plazo.