Hemos llegado al final del referéndum y la consulta popular, convocadas por el Consejo Nacional Electoral, ante solicitud de la Presidencia de la República. Son 10 preguntas divididas en dos: las primeras como enmiendas Constitucionales y las otras, destinadas a captar la opinión de la población. Son cuatro temas centrales: justicia penal, libertad de expresión, enriquecimiento ilícito y muerte de animales en espectáculos públicos.

En el Ecuador las Consultas o Plebiscitos han sido presentados bajo la óptica jurídica, cuando en realidad el origen y los efectos han sido fundamentalmente políticos. Esta ocasión no ha sido diferente. Desde el principio, el debate se centró menos en las preguntas y más en su posición frente al régimen: opositor u oficialista. La polarización que vive el país y el haberle dicho al pueblo que debía votar por la confianza en el Presidente de la República, abonaron en esta perspectiva. El electorado va a las urnas más con la lógica de proximidad al Presidente que con el conocimiento de las preguntas; por eso en las encuestas de opinión pública se evidencian los niveles de indecisión y el desconocimiento del contenido de las preguntas.

Pero también la campaña nos ha mostrado la crisis evidente del sistema de representación política del Ecuador. Los actores políticos que más relevancia tuvieron en la campaña fueron ciertos personajes claves y no los movimientos y partidos políticos. Desde el oficialismo no ha sido Alianza País (AP) sino el presidente de la Republica y desde la oposición han tenido presencia: Alberto Acosta, Gustavo Larrea, Oswaldo Hurtado, Lourdes Tibán, César Montufar y Lucio Gutiérrez, que están por encima de sus propios movimientos y partidos políticos. Quizás la excepción que confirma la regla fueron el MPD y el Movimiento indígena.

De esta personalización de la política se desprende que el oficialismo ha construido un solo referente político encarnado en la figura del Presidente Rafael Correa y la oposición en un nivel de fragmentación muy alto. Es decir, no solo que los partidos se han pulverizado, sino que hay un conjunto de posiciones políticas representadas por personas, que carecen de una estructura formal de organización, lo cual les hace aparecer como mini caudillos, mini caciques, mini líderes.

Gran parte de estos personajes son serranos y por lo tanto, con influencia principal en esta región. Por eso los resultados de la consulta podrán ser un buen indicador de carácter regional y de la manera en cómo se ha reconstituido la política en estos últimos años. ¿La sierra central y una parte de la amazonia tendrán un comportamiento afín a Gutiérrez, como ha ocurrido en los últimos procesos electorales? ¿La costa será ampliamente favorable al SI porque las fuerzas opositoras tradicionales -PRE, Socialcristianismo y Madera de Guerrero- no han participado en la contienda electoral? ¿Cuenca cómo responderá si sus autoridades máximas se han dividido, una a favor y otra en contra? ¿Guayaquil que fue considerado un bastión de la oposición, con Jaime Nebot a la cabeza, será mayoritariamente favorable al SI, debido a la posición indecisa de su alcalde? Y ¿Quito, con un alcalde de AP que se ha visto ahogado por el invierno, ratificará su condición de aliada al Presidente de la República? Quedan muchas preguntas que la Consulta las procesará, si todo se hace transparentemente...