El Aucas de Quito ha caído en una pendiente que le ha llevado de la seria A a la B y ahora a la segunda categoría; tiene una deuda de 400 mil dólares. El Barcelona de Guayaquil lleva 13 años sin ganar un título y acumula una deuda de alrededor de 20 millones de dólares. Los dos equipos son ídolos en sus dos bastiones, tienen un sentimiento popular muy grande y son referentes de universos simbólicos importantes ¿Qué ha ocurrido con estos equipos y desde cuando se encuentran en esta situación? ¿Podrán remontar este momento?

En los dos equipos el peso de lo político ha sido determinante: en unos casos los clubes fueron utilizados como formas de conocimiento y de proselitismo por algunos de sus dirigentes principales; es decir, lo usaron como trampolín político. Pero en otros casos también desde fuera de la institución la política intentó penetrarlos. Así tenemos que el Barcelona y el Aucas tuvieron un subsidio estatal muy significativo para construir sus infraestructuras deportivas: El Estadio de Barcelona que hoy lleva el nombre de un banco –por estrategia de mercadeo- tiene una capacidad para 65 mil aficionados y el de Aucas –la Caldera del sur, nombre que fortalece su identidad social- no llega a los 20 mil. Tras de estos estadios están prestantes figuras del Partido Social Cristiano, agrupación que tiene en el color amarillo a su símbolo distintivo, al igual que Barcelona y Aucas.

Tampoco se puede negar los problemas administrativos que han tenido los dos equipos, al extremo de que el signo visible de la crisis ha sido la gran inestabilidad. Allí el número de 48 entrenadores que han pasado por Barcelona en estos trece años o los cuatro en este último año del Aucas. Allí hay entrenadores de todos los estilos, nacionalidades, experiencias y sistemas. Lo mismo respecto de los jugadores extranjeros, donde el permanente recambio ha sido el signo. De los presidentes del club o de las comisiones de de fútbol ha ocurrido exactamente lo mismo.

Sin embargo, el tema principal sea el modelo de gestión. La sensación que queda es que los dos clubes no entendieron el proceso de cambio de la institucionalidad que vive el fútbol ecuatoriano y el internacional. Esa transición ha sido traumática y será difícil de asumirla, en tanto el mecenazgo ya no tiene validez en un momento en que el mercado del fútbol ha superado la capacidad de donación y el personalismo, propio de la lógica que del cacique, ha entrado en contraposición con las nuevas modalidades administrativas de esta industria cultural: especialización, profesionalización y gestión por objetivos, entre otros.

La inconformidad social de las hinchadas frente a la situación ha sido distinta en cada uno de los casos: en el Barcelona por la inflación de expectativas planteadas por la dirigencia a sus files seguidores, estos han reaccionado, en unos casos, con desmanes violentos, como los ocurridos en el Estadio de Emelec cuando la hinchada barcelonista se fue contra las cabinas de transmisión o, con hechos vandálicos en la vía pública. Pero también lo han hecho por medio de canticos, carteles y el lanzamiento de huevos a la cancha. En el caso de Aucas ha sido la pasividad…

Frente a esta realidad de los ídolos lo que quedan son preguntas e incertidumbres.