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Fútbol y política
(2010)
  • Fernando Carrión Mena, Arq.
Abstract

El fútbol es un espacio donde confluyen una infinidad de intereses, disciplinas y actores; por eso los intereses políticos, las ciencias políticas y los partidos políticos no le son en absoluto ajenos. Es más, el futbol -por ser una de las actividades masivas por excelencia- se ha convertido, por un lado, en un trampolín político para dirigentes, periodistas, futbolistas y entrenadores y por otro, en una actividad que es usada para crear adhesiones, realizar proselitismo y posicionar propuestas.

Para nadie es desconocido que el sentido del fútbol recae en el hincha, en el seguidor y en la teleaudiencia; igual que la política descansa su existencia en el pueblo como soberano. Pero en el estadio y en el ágora, por el carácter masivo y popular que ostentan, es la representación o delegación la que termina expresándose. El equipo y el partido político, el jugador y el líder, en muchos casos, se fusionan, como ocurre con los cánticos y consignas que se escuchan en las gradas de un estadio y en las calles de la confrontación política. Los cánticos deportivos se politizan en la calle y los de la calle se futbolizan en las gradas.

Es por eso que en ciertas regiones de un país la representación política y la representación deportiva coinciden: Barcelona y el partido Social Cristiano en Guayaquil, el Barcelona de Cataluña con el separatismo, el Cienciano del Cuzco se identifica con el interior peruano y las Chivas de Guadalajara con el nacionalismo mexicano, entre otros. Pero también tenemos representaciones personales, como son, entre otros, los casos significativos de Berlusconi con el Milán en Italia, de Macri con Boca Juniors en Argentina, de Bucaram con Barcelona en Ecuador y de Piñera con Colo Colo en Chile. A ello se deben sumar, por ejemplo, entrenadores como Freddy Terneros (alcalde) en Perú, periodistas como Alfonso Lasso (Vice alcalde) y Carlos Machado (Concejal) en Ecuador y futbolistas como Pelé (ministro) en Brasil, Polo Carrera (Consejero) en Ecuador. Sin embargo, así como un futbolista no es un político, tampoco un equipo es un partido político.

Las hinchadas también asumen la militancia que corresponde cuando, por ejemplo, una decisión arbitral o dirigencial es procesada según el lente con que se mire: un guayaquileño verá con clave centralista un fallo arbitral, igual ocurrirá con los seguidores del Barcelona de Cataluña, de Newell's Old Boys de Rosario o del América de Cali. Y no se diga en el caso de Israel, donde directamente los partidos políticos tienen su propio club de fútbol.

En esta relación de fútbol y política existe una arista negativa, en el sentido que este deporte haría que el pueblo se mantenga conforme, alienado y adormecidos mientras las clases dominantes hacen de las suyas. Desde corrientes políticas de izquierda se estigmatiza al fútbol como si fuera el “opio del pueblo”, porque entontece a sus seguidores, aliena al pueblo y bota el dinero en una industria que no agrega valor; adicionalmente se consideran a las barras bravas como de extrema derecha, los grandes dictadores del mundo, sean españoles, argentinos, italianos o brasileños quisieron instrumentalizar este deporte o los entrenadores amarretes y conservadores nunca fueron considerados progresistas.

Pero, según Antonio Gramcsi “El fútbol es un reino de la libertad humana ejercido al aire libre”.

Keywords
  • fútbol,
  • política
Publication Date
September 22, 2010
Citation Information
Fernando Carrión Mena. "Fútbol y política" (2010)
Available at: http://works.bepress.com/fernando_carrion/437/