Del 22 al 24 de Marzo se celebró en Rio de Janeiro el quinto Foro Urbano Mundial, evento que concitó la presencia de alrededor de 18 mil delegados venidos del mundo para debatir los temas centrales de la ciudad actual. Allí –en la sesión inaugural- el presidente de Brasil, Luiz Inácio da Silva (Lula), dio el discurso de apertura ante un auditorio de más de cinco mil personas. Su intervención fue ampliamente reconocida por el público asistente, tanto por lo que dijo como por lo que ha hecho en estos últimos 8 años de la historia del Brasil. El Foro Urbano Mundial se desarrolló en las estructuras del antiguo puerto, hoy transformado en un centro de convenciones con alta funcionalidad y buen despliegue organizativo. Con ello han logrado recuperar las viejas edificaciones en estado de degradación, renovar el espacio urbano circundante y ubicarle a la ciudad de Río de Janeiro en los circuitos internacionales de ferias y congresos. Esto es, generar un proyecto de ciudad a partir de su condición de ciudad de servicios turísticos, convertida en el principal destino del hemisferio sur (3 millones de visitantes internacionales en 2009). En ese contexto se inscribe la candidatura y posterior designación de Río de Janeiro como sede para los Juegos Olímpicos del año 2016. Pero también debido a que las autoridades nacionales y locales han comprendido que los importantes cambios en las ciudades provienen de los grandes eventos. Así tenemos como las ferias internacionales transformaron urbes como Paris o los juegos olímpicos a Barcelona o la ruptura de una frontera a Berlín. También están los grandes proyectos emblemáticos: Guggenheim en Bilbao, Museo de Arte Contemporáneo en Niteroi, Malecón en Guayaquil, Puerto Madero en Buenos Aires. En Río de Janeiro piensan que las sedes de los eventos deportivos más importantes de la humanidad, como son las olimpiadas de 2016 y el mundial de fútbol 2014, pueden constituirse en la “ilusión movilizadora” que permita construir un nuevo proyecto de ciudad y que supere la larga crisis urbana que le produjo la pérdida de la capitalidad en 1960. Para ello se encuentran en un proceso de integración de la población de la ciudad con las administraciones local y nacional y donde, sin duda, uno de los retos mayores es -desde ahora- la seguridad ciudadana. No se puede negar que Rio de Janeiro está logrando este trípode de consenso y legitimidad, a pesar de que las administraciones local, estatal y federal tienen signos políticos distintos. Hay un presidente como Luis Ignacio Da Silva, Lula que ha decidido proyectar al Brasil internacionalmente y ha optado por una política centrada en dos principios –según él elementales-: primero, actuar como jefe de familia apoyando a los hijos menores y débiles y segundo, hacer lo necesario, hacer lo posible y, luego, hacer lo imposible. Los resultados de esta política altamente redistributiva y realista, ha permitido que las ciudades del Brasil vivan un auge importante, del cual Río de Janeiro no es la excepción Hoy se siente en las ciudades brasileñas los efectos de estas políticas. La calidad de vida de la población mejora y el espacio público se recualifica. En estos años de Lula y del Partido de los Trabajadores (PT), en este continente llamado Brasil hay una transformación notablemente y para bien.