El seminario internacional “Descentralización y Reforma Constitucional en la Región Andina” realizado en el 2007 en Quito produjo una importante innovación respecto de las aproximaciones analíticas que han existido hasta ahora sobre el tema descentralización en la subregión andina, que bien vale señalarlas de partida. Queda la impresión que han cambiado los enfoques teóricos metodológicos, como también los procesos reales sobre los cuales se sustentan. La publicación del presente libro trata de los cambios ocurridos, para mostrar las nuevas realidades y evidenciar las transformaciones que de allí se derivan para los proyectos en debate.

Por eso, una primera innovación tiene que ver con el hecho de no privilegiar las entradas clásicas respecto del debate sobre las transferencias de competencias (autonomía administrativa), los traspasos fiscales (autonomía económica) y las formas de representación (autonomía política). Este distanciamiento fue en sí mismo un buen aporte para abrir nuevas entradas y reconocer nuevos fenómenos; pero también para definir la importancia de abordar tres temas que hasta ahora no habían sido suficientemente considerados en el debate de la descentralización:

• El carácter internacional de la descentralización, introducido por la globalización; tiende a redefinir lo local en ese contexto concibiéndolo menos como un tema estrictamente local y abriendo el concepto hacia lo mundial. Por eso lo global no debe ser entendido como algo externo a lo local, sino como su parte constitutiva. Es decir, que no se trata de incorporar un nuevo nivel a lo nacional y a lo local, sino de entender las articulaciones complejas en las que se asienta la nueva centralidad (poder) como su proceso inverso.

• La descentralización no puede ser entendida sólo como un simple problema de transferencia de competencias y de recursos, o de mejorar las formas de representación política –generalmente manejados de manera tecnocrática– sino del rediseño del conjunto de la estructura del Estado; es decir, no se trata de producir modificaciones parciales sino crear un nuevo Estado.

• En tercer lugar, sobre todo por la particularidad de los países andinos y en principio de Bolivia, Perú y Ecuador la singular importancia que tiene el debate sobre el significado de la plurinacionalidad. Porque es uno de los temas más complejos de asumirse, pero también uno de los temas más importantes y ricos que lleva a la construcción de Estados plurales.

Con esta nueva entrada tripartita de la descentralización sustentada en la internacionalización, el nuevo modelo de Estado y su concepción plurinacional queda claro que se está a las puertas de una importante redefinición de lo que se ha entendido por descentralización en América Latina: la transferencia de competencias y recursos desde el gobierno nacional hacia el municipal sin que se altere en nada el modelo de Estado. Es decir más de lo mismo que se puede interpretar como el arranque de una “segunda generación”, obviamente, sin que se toque la estructura del Estado vigente. Una posición de este tipo ha sido superada y no tiene sentido en la época actual; tanto por las demandas crecientes de los territorios cuanto por la necesidad de contar con un Estado más democrático y más vinculado al escenario mundial.

En definitiva el proyecto que primó la descentralización fue aquel que privilegió al municipio –como el órgano depositario central del proceso– en oposición al nivel ejecutivo nacional (no se tocaron las funciones legislativas y judiciales) que se expresa en la absorción de competencias y recursos nacionales por parte de los gobiernos locales; sin modificar la estructura del Estado aunque sí produciendo una gran distorsión: la polarización entre lo local y lo nacional.

En la actualidad, la perspectiva municipalista no es suficiente por lo que la descentralización empieza a ser enfrentada bajo un marco institucional donde el nivel intermedio de gobierno intenta a ser recuperado.

Allí están los prefectos de los departamentos en Bolivia que se eligen democráticamente, las regiones en el Ecuador que principian a debatirse, o los departamentos en Colombia que tienen plena autonomía. O sea que se empieza a pensar –aunque todavía tímidamente– en el nivel intermedio de gobierno; con lo cual se pasa de lo local a lo multi institucional, entrándose a una fase distinta de la descentralización.