Se debe partir señalando la existencia de un momento de quiebre claramente definido: el año de 1995, cuando se aprueba una Reforma Constitucional que establece que el Ecuador es un país descentralizado y que obligatoriamente se debe repartir el 15 por ciento del Presupuesto Nacional entre los organismos del régimen seccional autónomo.

Sin duda que este hecho marca un hito en la descentralización, en tanto permite pensar que se trata del inicio de un movimiento contrario al proceso centralista -aún hegemónico- y definir la existencia de dos fases: la primera, a manera de antecedentes y, la segunda, en la que nos encontraríamos, de redacción de una propuesta marco.

Antes del año de 1995 existen varios actores de la descentralización que empiezan a plantear el tema desde una perspectiva sectorial, unilateral y muy propia de cada uno de ellos, que conduce a que cada actor camine por su propio andarivel. Indudablemente que una situación como la descrita impide tener una propuesta nacional o, al menos, definir la posibilidad de articular los distintos proyectos.

Se puede señalar, como ejemplo, actores tales como: la Asoci51ción de Municipalidades del Ecuador (AME), el Banco del Estado (BEDE), la Secretaría Nacional de Desarrollo Administrativo (SENDA) o el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (lNEC), entre otros, que plantean sus propuestas -aisladas e inconexas-, pero que no encuentran eco en la sociedad, ni tampoco construyen un espacio de debate o confrontación. En esa perspectiva, algunos sectores de la sociedad también formulan lineamientos sobre la descentralización que no son oídos por el Estado. Entre ellas se encuentran las Cámaras de la Producción, ciertos sectores de indígenas y algunas ÜNG's.

Pero será a partir del año de 1995 que se produce un quiebre interesante, en términos de que los actores de la descentralización sufren un notable cambio. Desde este momento la problemática se "politiza", porque los partidos políticos -como actores fundamentales- empiezan a tener protagonismo, con lo cual el escenario de debate y discusión se traslada al Congreso Nacional. Es así que se constituye una Comisión Especial de Descentralización en el Congreso, que comienza a asumir el tema.

Serán algunos partidos políticos que empiecen a producir propuestas de descentralización, más por las exigencias de la coyuntura que por una visión ideológica. El Partido Social Cristiano formula un proyecto desconcentrador centralista, la Democracia Popular hace lo propio desde una perspectiva financiera, a las cuales se suman otros intentos. Esta fase culmina con la redacción de un proyecto promovido por la Comisión de Descentralización del Congreso y recogida por la Secretaría de la Administración Pública. Sin duda se trata de la propuesta más abarcativa y técnicamente mejor elaborada, pero que desgraciadamente no encontró la coyuntura para su aprobación.

Desde ese momento para acá existe una cierta continuidad en la búsqueda de una coyuntura que viabilice la aprobación de una propuesta marco que genere confianza nacional. La temática se ha "despartidizado" y da la impresión de existir una coyuntura favorable para que la Comisión (hoy denominada de Gestión Pública y del Régimen Secciona!), pueda convertirse en la instancia catalizadora, que permita de forma definitiva afrontar la redacción de la ley de descentralización que el país requiere.

Estos antecedentes son importantes, porque permiten ubicar el momento en que nos encontramos y, además, entender que la descentralización es un proceso largo y complejo, que así como no se la consigue a través de una sola ley, tampoco se la puede definir a partir de hechos exclusivamente jurídicos; pues requiere de varias iniciativas de orden legal y, además, de una serie de acciones fácticas que deben producirse en los campos económicos, políticos, culturales, territoriales, entre otros.

Lo expuesto resume la idea de rescatar la necesidad de inscribirse en el proceso histórico real y plantear la necesidad de que vayamos comprendiendo un poco donde está el centro del debate de la descentralización.