El 10 de Agosto de 1992 ocurre un hecho inédito en la historia nacional del Ecuador: Sixto Durán Ballén, ex-Alcalde de Quito, asume la Presidencia de la República; León Febres Cordero, ex-Presidente Constitucional, se convierte en Alcalde de Guayaquil y Jamil Mahuad, ex-candidato presidencial, llega a la Alcaldía de Quito. Lo que llama aún más la atención fue el hecho de que en estas tres elecciones hubo una polarización de fuerzas políticas y que cada una de las autoridades provino de tres partidos políticos distintos.
El reciente calendario electoral de América Latina también presenta este hecho político novedoso: algunos candidatos presidenciales surgen de administraciones municipales. Allí están algunos nombres: Armando Calderón Sol, de San Salvador, en El Salvador; Andrés Pastrana, de Bogotá, en Colombia; Manuel Camacho Solís, de Ciudad de México, en México; Tabaré Vásquez, de Montevideo, en Uruguay; Ricardo Belmont, de Lima, en Perú; José Francisco Peña Gómez, de Santo Domingo, en República Dominicana y Rodrigo Paz, de Quito, en Ecuador.
¿Por qué los alcaldes se transforman en candidatos presidenciales? Creemos que se debe a que hay un mayor peso de las ciudades en la política latinoamericana: más del 75% de la población regional es urbana y el porcentaje de electores es aún mayor. También se debe al cambio de dirección del sistema político en su conjunto, debido a que la crisis de las ideologías, del parlamentarismo y de los partidos políticos arrastra a sus actores centrales hacia roles distintos a los que tradicionalmente tenían.
Pero, además, se debe a que las políticas de descentralización han revalorizado el rol de los municipios, apareciendo éstos como los órganos estatales más directamente vinculados a la cotidianidad y más próximos a la sociedad civil. Se los considera de servicio eminentemente urbano, capaces de promocionar -por su carácter omnipresente en el contacto con los habitantes- a nuevos sujetos sociales, tales como: jóvenes, deportistas, mujeres, ambientalistas, etc.
A diferencia de los otros organismos estatales, los municipios (en particular de las ciudades metropolitanas), desarrollan múltiples tareas que, en muchos casos, tienen influencia nacional por su origen y significación. Adicionalmente, se debe señalar que el ejercicio del poder local genera poco desgaste político, por el sentido que tiene la obra física y porque las demandas fundamentales de la sociedad y, por lo tanto, los desencantos que la crisis apareja-, se dirigen hacia el poder central.
El presente trabajo pretende plantear, para el caso ecuatoriano, algunas hipótesis que permitan comprender la relación entre gobiernos locales, participación y descentralización. Para ello, se ha dividido en tres secciones: la primera, en la que se analizan las características de los poderes locales en el Ecuador; la segunda, que presenta una interpretación de los principales modelos de gobierno local; y, la tercera, características de los inicios del proceso de descentralización en el Ecuador.
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