No se puede desconocer que el tema de la violencia, como fenómeno social, existe desde tiempos inmemoriales y que, por tanto, se podría decir que es consustancial a la sociedad.
La violencia no es un problema, es una relación social
La violencia debe ser comprendida más allá del análisis patológico de las conductas individuales y concebidas a partir de lo que es: un tipo particular de relación social. Esta consideración de la violencia como relación social permite conocer la organización del delito, las distintas formas que asume y, sobre todo, diseñar políticas preventivas que vayan más allá de lo punitivo, represivo y de control. Así, la violencia aparece menos como un problema y más como el producto de "una relación social particular de conflicto, que involucra, por lo menos, a dos polos con intereses contrarios, actores individuales o colectivos, pasivos o activos en la relación" (Guzmán, 4).
No se puede desconocer que el tema de la violencia, como fenómeno social, existe desde tiempos inmemoriales y que, por tanto, no es nuevo, al grado que se podría decir que es consustancial a la sociedad. Tal afirmación replantea la tradicional aproximación al tema de la violencia desde aquellas metodologías que la interpretan como resultado de un conjunto de patologías. Pero también, obliga a entender la violencia en los largos plazos o, en su defecto, a tratarla como un proceso histórico.
Y esto es más claro en ciertos países –como Colombia- donde no solo el nivel y la multiplicidad de las formas de violencia los hacen peculiares, sino también la recurrencia y permanencia del fenómeno en el tiempo.
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